La catrina

La historia de La Catrina empieza durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. En estos periodos, se empezaron a popularizar textos escritos por la clase media que criticaban tanto a la situación del país como de las clases privilegiadas. Los escritos, redactados de manera burlona y acompañados de dibujos de cráneos y esqueletos se empezaron a reproducir en los periódicos llamados de combate. Estas eran calaveras vestidas con ropas de gala, bebiendo pulque, montadas a caballo, en fiestas de la alta sociedad o de un barrio… todas para retratar la miseria, los errores políticos, la hipocresía de una sociedad, como es el caso de “La Catrina”.
La palabra "catrín" definía a un hombre elegante y bien vestido, el cual iba acompañado de alguna dama con las mismas características; este estilo fue una imagen clásica de la aristocracia de fines del siglo XIX y principios del XX. Es por ello que, al darle una vestimenta de ese tipo, Diego Rivera convirtió a “La Calavera Garbancera” en “La Catrina”.
Hoy en día, la catrina, siendo una invención popular, se ha vuelto un artefacto popular y ha salido de los límites del lienzo o el grabado para ser parte de la cultura viva mexicana, de sus usos y costumbres. Parte de “lo mexicano” y de su posición frente a la muerte. La observa, se la acerca, la hace parte de su entorno, de su arte y es una artesanía que simboliza el mestizaje. Se ha vuelto artesanía que resalta la riqueza formal y espiritual del país.
La imagen de la Catrina se está convirtiendo en la imagen mexicana por excelencia sobre la muerte, es cada vez más común verla plasmada como parte de celebraciones de día de muertos a lo largo de todo el país, incluso ha traspasado la imagen bidimensional y se ha convertido en motivo para la creación de artesanías, ya sea de barro u otros materiales, las cuales dependiendo de la región pueden variar un poco en su vestimenta e incluso su famoso sombrero, pero que igual se les ha dado en llamar "catrinas".
Especial aprecio se le tiene en la ciudad de Aguascalientes como imagen cultural y popular, al grado que se ha colocado un monumento en la principal entrada a la ciudad, y además, junto con el "Cerro del Muerto" es la anfitriona y figura principal de la Feria de las calaveras celebrada anualmente en torno a Día de Muertos.
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